22 de agosto de 2008

Breve coloquio con Quelonio



Esto fue hace ya varios años, cuando todavía apuntaba algunas de las conversaciones que tenía con Quelonio. En este caso, hablábamos sobre la maldad y, concretamente, sobre lo que significaba desear a alguien la muerte:




DR: Hace un tiempo usted hizo unas declaraciones...
Lic. Q: ...que no son ciertas.
DR: ...que provocaron un poco de malestar.
Lic. Q: Pero no son ciertas, porque no fueron bien interpretadas. No fue eso lo que quise decir, por lo tanto no fue cierto.
DR: ¿Entonces qué quiso decir realmente?
Lic. Q: Quise decir que desear la muerte a alguien no es la peor maldad, sino la más ridícula, y siendo así no sé por qué la gente se horroriza tanto cuando alguien desea la muerte de otro.
DR: ¿Y cómo me lo explicaría si le dijera que yo también lo malinterpreté?
Lic. Q: Vamos a ver... no es tan difícil. Suponga que usted tiene una novia, ambos son muy felices juntos, usted la quiere y ella lo quiere a usted. Imagine ahora que yo estoy enamorado de su novia y no soporto verla a su lado. Entonces deseo que se peleen, deseo que ella lo abandone, y lo deseo con todas mis fuerzas. Ahora suponga que no estoy enamorado de ella, pero sin embargo envidio la relación que tienen, quiero decir, envidio que sean tan felices. En este caso digamos que también deseo que se peleen y lo deseo con las mismas fuerzas. Y un último ejemplo: suponga que usted no me cae nada bien y yo quiero ponerlo en ridículo frente a su novia, ese es mi mayor deseo y lo deseo con todas mis fuerzas... Dígame ahora, ¿qué tienen en común los tres deseos que puse como ejemplo?
DR: Que los tres los desea con todas sus fuerzas.
Lic. Q: Correcto, pero irrelevante.
DR: No aclaró que debía ser relevante.
Lic. Q
: No, pero por lo menos esperaba que fuera interesante y tampoco lo es.
DR: Ya.
Lic. Q: En fin, no es eso. Lo que tienen en común es que todos esos deseos buscan el mal del otro al mismo tiempo que mi propio beneficio. En el primer ejemplo, si yo deseo que se peleen es porque quiero que su novia se convierta luego en mi novia, ya que estoy enamorado de ella. En el segundo ejemplo no estoy enamorado, pero deseo que se peleen porque la felicidad de ustedes me hace infeliz a mí, es decir, que de alguna manera deseo para ustedes la misma soledad que tengo yo. En el tercero, quiero ponerlo en ridículo no sólo para mortificarlo, sino también para jugarla de astuto. Todavía más, y esto es muy importante: en los tres ejemplos, al deseo de un mal y la búsqueda de un beneficio se suma un tercer deseo implícito: que aquello que deseo nunca me ocurra a mí.
DR: Todavía no me dijo nada de la muerte.
Lic. Q: ¡Espérese, hombre, no sea tan joven y tenga paciencia! Además ya estaba llegando. Mire qué diferente es todo cuando lo que deseo es la muerte. En primer lugar, cuando deseo que el otro se muera no lo hago por la necesidad de apropiarme de su vida, cosa imposible; y tampoco lo hago con la intención de que esa persona sea o haga lo mismo que yo, pues yo seguiré viviendo mientras que esa persona no. Y como si esto fuera poco, a pesar de que me alegraré con su muerte, nunca podré guardar la esperanza de que ese deseo no me ocurra alguna vez a mí. Nunca podré tener la esperanza de no morir, lo cual me impide actuar con egoísmo.
DR: Pero alegrarse de su muerte implica la búsqueda de un placer, digamos que en ese mismo acto hay ya suficiente maldad. Además, aunque no pueda evitar la muerte, por lo menos mantiene la esperanza de vivir muchos años más para disfrutar de todo lo que él no podrá.
Lic. Q: Es cierto, esa alegría forma parte de mi maldad, pero ¿a qué viene eso?, acá estamos hablando de maldades... Lo que yo quiero que entienda es que la maldad de desear la muerte es menos grave que desear que una pareja se pelee o que una persona se ponga en ridículo. Y en todo caso cuidado, porque quizá mi alegría se convierte en culpa ni bien observo que lo deseado ha ocurrido finalmente.
DR: ¿Quiere decirme que en los demás ejemplos usted no sentiría culpa?
Lic. Q: Posiblemente sí, pero en todos los demás casos contaría con la esperanza de revertir las consecuencias de mis deseos. Puedo alejarme de su novia en lugar de ir a buscarla ni bien se pelea con usted, puedo pedir disculpas por haberlo puesto en ridículo... etcétera. En cambio dígame ¿qué posibilidad tengo yo de revertir una muerte?
DR: ......
Lic. Q: Exacto, ninguna. Y peor aún, usted dijo que la muerte del otro me daría la esperanza de vivir más que él para disfrutar todo lo que el difunto no podrá. Pero ¿quién me garantiza que vivir más es disfrutar más?




13 comentarios:

Anónimo dijo...

la verdad yo nunca le desee la muerte a nadie ...creo que mi cretineidad no llego a tal punto...y espero que no llegue y si alguna vez se lo deseo a alguien seguramente sera porque se lo merece,..
pero sera asi de cierto que si alguien que uno desea que se muera se sentira que vive mas???
mmmmmm no creo ..pero supongo que sesear la peor maldad es desearle la muerte.......
bueno hermoso te dejo un gran besin y que tengais un buen fin de semana!!! :)
y quizas te guste hoy leer mi blog..hay unas cosas que quizas te gustaria ver

jajajaja
adeu

Vintage dijo...

Yo si le he deseado la muerte a alguien, pero no le ha llegado aún, pero q se fastidie q le llegará
claro q a mi también
¿ alguién habra deseado mi muerte??
dios q negativa ando hoy

muakkkkkkkkkkkkkkk

Germanico dijo...

Mmmm... creo que mas que la maldad, el punto comun es el egoismo. El egoismo para preservar o dar algun placer a la vida de uno. Un Eros o instinto de Vida excesivo, que pone en peligro la felicidad de los otros. Y que puede poner en riesgo la propia vida si del deseo se pasa a la acción.

Saludos

Anónimo dijo...

no creo que nadie se merece el deseo de muerte de otra persona...pero lo has plasmado muy bien en tu ensayo
te felicito
saludos

Miss Morpheus dijo...

¡Me encanta Quelonio!!!! Vaya manera de hilar ideas y liar a quien trata de entender sus motivaciones o intenciones...

Cualquier mal que te deseen te puede sorprender y generar odio hacia esa persona... pero, ¿de qué manera se asume que alguien desee tu muerte? Imagino que no hay explicación ni comprensión para semejante deseo. Imagino la turbación de quien se para a pensar qué es eso que hizo tan mal como para que alguien le quiera fuera de este mundo...

Prefiero no imaginar.

Un abrazo y gracias por hacerme sonreir con el Licenciado Quelonio.

Psique.

Anónimo dijo...

Siempre quedará el "vudú"...

Te dejé algo en mi blog, pero no es obligación...sólo si realmente te apetece.

Myriam M dijo...

¡Ay este Quelonio siempre con unas ideas...!

Desear la muerte de otros me parece terrible, a no ser que esa muerte sea ya deseada por el otro(enfermos terminales), o sea una liberación para alguien (persona maltratadora, y la que voy a decir me duele mucho: persona con un alzheimer muy avanzado, ya muy mayor, que ya no quiere vivir y que, sin ser consciente, "no deja vivir a sus cuidadores"...

En la ficción he asesinado a un par de musos, pero era su faceta literaria lo que asesinaba, en lo real les deseaba larga vida...

Creo firmemente que lo que uno desea para otros le vuelve de una o otra manera, así que me quedo con lo positivo...

Un saludo Diego y no te borres, please, que cada día que entro tu foto está más roja y "da más susto"... A eso lo llamo yo disolución en varios tiempos en color rojo.

Un abrazo,

Lilith

PIER dijo...

Nunca le he deseado la muerte a nadie.
Y ni dios quiera..
Interesante tema..
me dejas pensando..
y reflexionando..

abrazos.

Diego dijo...

Sauvignona: con las sorpresitas que ponés en tu blog para los hombres, es como desearnos la muerte por infarto. Un abrazo.

Bolero: estoy seguro de que sí, pero también estoy seguro de que no lo dirán. No siempre el deseo se materializa. Un abrazo.

Germanico: interesante, un "instinto de vida excesivo", es para pensarlo. Me hubiese gustado tener ese argumento el día que hablé con Quelonio. Un abrazo.

Dejar de fumar: gracias por tu visita y bienvenido. Un abrazo.

Psique: a veces se desea la muerte sin esa causa terrible que lógicamente se esperaría. Y sí, a mí también me hace reír ese tipo, seguramente ahora más que antes. Al principio me fastidiaba mucho, incluso me ha hecho enojar varias veces, pero ahora ya no. Me he dado cuenta de que tiene mucho de niño: hace o dice cosas para llamar la atención, sobre todo cuando uno no está mirándolo. Y, como los niños, suele llamar la atención con disparates. Un abrazo.

Bruja: gracias por la invitación, lo haré, sólo que tengo unas dudas. Luego te preguntaré. Un abrazo.

Lilith: Sinceramente -y por conocerlo como si lo hubiera parido-, no creo que el objetivo de Quelonio haya sido promover que la gente empiece sin culpas a desear la muerte. Hasta diría que jamás ha deseado la muerte a alguien, posiblemente por miedo a lo que tú dices: lo que se desea vuelve de alguna manera, o simplemente por cobardía o apatía. Su preocupación es que la gente se deje llevar por fórmulas sin pensar en qué significan. Quelonio, lo sé perfectamente, siente un asco visceral por todo tipo de cliché, lugar común, fórmula aceptada por repetida, porque para él eso atenta contra la razón y es un síntoma de mediocridad. Pero es sólo una lectura que, por cierto, no hice entonces. Un abrazo.

Diego dijo...

Pier: siempre hay una primera vez (por supuesto, Quelonio también tendría algo para decir sobre esta fórmula). Un abrazo.

Myriam M dijo...

Ya sé que lo de Quelonio era otra de sus disertaciones, se le ve falto de maldad...

Ya estás disuelto en rojo, je,je...

Un saludo,

Lilith

pd. bueno lo de conocerlo como si lo hubiera parido!!

Perséfone dijo...

En el fondo no le falta razón, a pesar de que hay gente capaz de sacar provecho hasta de la propia muerte de los demás.

Diga lo que diga este señor, a mi me sigue pareciendo terrible desearle la muerte a un igual.

Saludos.

RomaEuropa dijo...

La verdad es infinita.. No creo que muchos aceptemos los deseos oscuros sentidos hacia otros en tiempos de dolor, desacuerdo y arrebato..De lo cual nos avergonzamos una vez superados!!!
Un besazo Diego Bello..Simplemente Fantastico!!!

Letty.