2 de octubre de 2008

El hombre y el gato (fábula)

Todavía se estaba restañando la sangre que le había dejado su mordida inesperada, cuando el hombre preguntó al gato:
-¿Por qué me has mordido?
Y el gato respondió:
-Porque me has acariciado.
Lo había acariciado, cierto es, con suavidad y con algo de indiferencia al principio, porque así es como ellos se sienten seguros, pensó el hombre. Y siguió acariciándolo, ganando poco a poco la distancia que todavía lo separaba de él, hasta que el gato se echó boca arriba con una lentitud majestuosa y, con los ojos entrecerrados, le regaló su más exquisito ronroneo. El hombre se perdió en el tacto de su pelo y en la vibración musical de su cuello, se olvidó del gato y de él mismo durante unos segundos de ensueño, hasta que lo despertó la punzada caliente de unos colmillos.
-Me muerdes porque te he acariciado…, no entiendo tu lógica, gato.
Y el gato dijo:
-Disfruto tus caricias, pero el único que alguna vez me acarició como tú, luego me apaleó. No ha sido tu culpa, es que tenía que morderte.
Y tras decir esto, el gato volvió a echarse boca arriba, a la espera de otras caricias que recibió y esta vez aceptó con inmensa gratitud.





26 comentarios:

simalme dijo...

Hay cosas que no se olvidan, ni por muy animales que seamos.

Esther dijo...

hola, te he encontrado a través del blog de moderato y he leído este último relato y está muy bien.La moraleja que le veo es que a veces por mucho que veamos que alguien es bueno no nos fiamos pues a veces es sólo una mascara, y cuando ya nos la han jugado una vez estamos con la guardia alta , por si acaso y a la defensiva..

Un saludo

josef dijo...

He disfrutado esta fábula. O se acaricia con el pensamiento y la voluntad puestos en ello o no se está acariciando, es decir queriendo mimando, sino tan sólo figurando. Del mismo modo se puede maltratar que acariciar en efecto. Un saludo!

Arcángel Mirón dijo...

La traición es imperdonable. Eso de acariciar y luego apalear es repugnante.

Miss Morpheus dijo...

Los gatos son unos animales muy especiales, quizá por ese carácter tan variable y peculiar que tienen. O se les ama o se les odia, no suele haber un término medio. A pesar de ser "domésticos", son salvajes, independientes y difíciles de tratar. Estoy totalmente de acuerdo con Moderato: necesitan sentir que esa caricia es sincera para poder regalar esos ronroneos tan apreciados, ya que de lo contrario, responden con un zarpazo. Es todo un reto conseguir que un gato se sienta cómodo a nuestro lado... pero ¡ay, cuando se consigue...! Resultan deliciosos.

Me gustan las fábulas. Siempre se aprende algo de ellas.

Un abrazo.

Myriam M dijo...

"el único que alguna vez me acarició como tú, luego me apaleó. No ha sido tu culpa, es que tenía que morderte"

Esa frase suena a excusa, el gato que araña, araña siempre... prefiero el perro sin memoria y confiado.

Un saludo,

Lilith

ARF dijo...

El mío, que desde luego no habla, hace lo mismo, sin la exageración de la sangre pero a punto de abrir herida...

Lo llamo "Juego de Violencia, porque a partir de su provocación, de sus afilados colmillos punzando mis nudillos, las caricias se vuelven brutas y fuertes, lo zamarreo con temor a lastimarlo (temor que él controla brillantemente con sus dientes, no así con sus garras, con ellas sí lastima...), pero su ojos de complacencia me invitan a no detenerme...

Saludos.

Anónimo dijo...

La verdad, es que los gatos son muy suyos, como las personas, cuando quieren arrumacos se dejan querer, pero si no los quieren como no pueden decirte: "Estate quieto", o "me duele la cabeza", arañan, o muerden ...

Diego dijo...

Lilith: no digas eso, que como se entere el gato... Un abrazo.

Vanidoso: La seguridad de ambos de que todo es juego debe ser grata. Bienvenido. "Juego de Violencia" es el nombre del juego, ¿no? ¿O de tu gato? Un abrazo.

Bruja: sí, sí, solamente pueden ser suyos. Un abrazo.

Fernando García-Lima dijo...

Los felinos y sus paradojas. En realidad lo que dicen cuando te duermen es "Sólo estaba jugando. Te he clavado mis colmillos hasta reventarte epidermis y capilares, y quizás tengas que ponerte la inyección del tétanos, pero sólo quería jugar. Qué puñetero que soy".

gaia56 dijo...

la vida da muchos zarpazos de vez en cuando, aprender a dejarse acariciar es una tarea que a veces cuesta.
un beso

* Sine Die * dijo...

A veces hay que saber acariciar mordiscos....

Besotes, Diego.

doctora queen dijo...

Los gatos son como son, y si le da la gana te deja que le acaricies exactamente 2 minutos y después pues te muerde para que pares. Sin más. Puro instinto. Su conducta es naturalmente protectora. Y menos mal, pues sino les apalearían más veces.

Pero esto no te suena de algo?? No somos los "humanos" bastante parecidos??

Y no te olvides que los gatos también muerden cuando juegan.

Una que está enamorada de su gato y que de vez en cuando recibe algún mordisco

Yurena Guillén dijo...

Supongo que se trata de una cuestión de autodefensa y de estar expectante ante lo que pueda suceder. Es instinto. Gracias por el comentario que dejaste en mi blog. Me agradó. Saludos.

María dijo...

Me ha gustado conocer tu blog, con tu permiso, volveré otro día más tranquilamente.

Saludos y feliz tarde.

Tristancio dijo...

¿Será que mordemos para ver si nos acarician de verdad?

Por si acaso, yo tengo perros (que las moralejas de las historias de "gatos" no siempre las entiendo.

Abrazo.-

Blanca Miosi dijo...

Hola Diego, llegué a tu blog a través del de Germanico. No encuentro una moraleja en tu fábula, sólo encuentro una bella fábula, con un final abierto para que cada cual dé su opinión. Y la mía es que el gato sabe que ese hombre que ahora lo acaricia no lo apaleará, de ahí su inmensa gratitud.

Respecto a tu entrada anterior, te diría que no suelo entrar a demasiados blogs, en especial no lo hago si no son de literatura. Creo que no es la soledad la que nos lleva a ello, según algunos de los comentarios, por lo menos no en mi caso, pues mi vida está demasiado ocupada de trabajo y de gente sin tiempo apenas para dedicarlo a los blogs; lo hago porque me gusta escribir y digo lo que digo con mi nombre, sin anonimatos de por medio. Tengo un blog con pocos visitantes, y no me preocupa, aunque sé que la mayoría se pasea por los blogs en el afán de conseguir lecturas de otros, yo lo hago cuando el blog tiene algún indicativo que vaya en la misma línea de mis intereses, en este caso la escritura.
Tienes un blog interesante, espero venir por aquí de vez en cuando.
Saludos cordiales,
Blanca Miosi

Adriana dijo...

Pues yo tengo una gatita que, por avatares de la vida fue lanzada a la calle...la he llamado "Miel" porque es una dulzura y la gatuna más coqueta que he visto y vaya que he vivido rodeada de animales toda mi vida. Para ser más exacta tiene un lunar en la nariz y eso ya la hace distinta.
Nos amamos mucho, y coincido con ese juego un poquito violento que hay entre las dos...mis manos son testigos de ello.

Ahora, quería saber si me das permiso para trabajar este hermoso texto con mis alumnos más pequeños...es que les encantan los animales y, sobre todo, gatos y perros?
Me dejas? di que sí... ;)

Cariños, Adri.

Dejame que te cuente dijo...

pues si amigo..aveces actuamos como gatos heridos....esperando la caricia que no lleve implicito el apaleamiento...
un abrazo...

Antón de Muros dijo...

Hola Diego:

Las historias con final abierto son un disparador y se pueden obtener conclusiones muy dispares según quien las formule.

En mi caso no tengo objetividad para opinar de los felinos. Tengo alergia :-(


Si lo deseas te puedo enviar una foto de un gato para que la exhibas a tus lectores que adoran a los mininos.

Un saludo desde el sur.

Antón.

Diego dijo...

Fer: ¿será que no tienen otra forma de hacerse entender esos bichos, que no sea con paradojas? Un abrazo.

Gaia: dejarse a acariciar o no dejarse acariciar... he ahí la cuestión... Bienvenida, un abrazo.

Sine: debe ser difícil eso, y hasta que se aprende, ¿cuántas marcas quedarán? Un abrazo.

Doctora: ahí está el tema, que en ocasiones los humanos solemos imitar demasiado bien a los gatos. Un abrazo.

Yurena: es instinto, así es, siglos de instinto. Bienvenida. Un abrazo.

María: eres bienvenida. Un abrazo.

Tristancio: buena pregunta, muy sutil. Que no me extraña en absoluto... he leído muchos de tus textos y sé que eres un maestro de la sutileza. Un abrazo.

Blanca: no tiene moraleja, hasta en eso es imperfecta mi fábula. Y sobre la anterior entrada, no te dejes llevar demasiado por las generalizaciones de Quelonio: tu blog podría él solo refutar todo lo que viene diciendo ese tipo. Bienvenida, un abrazo.

Adriana: te dejo con la condición de que les digas que su autor es un impostor que nunca ha escrito una fábula en su vida, que sólo las ha leído de los grandes y que evidentemente no ha aprendido nada valioso de ellos. Confío en que le dirás esto a tus chicos. Un abrazo.

Fire: y es una lástima que sea así. Un abrazo.

Antón: ¡un gallego en Buenos Aires! Tienes un blog con fotos muy bellas, ¡y además escrito en gallego! Me gusta Galicia, su gente, su acento, sus playas, su misterio, su fin del mundo, su verde... Mi bisabuelo salió de Galicia, de la costa de Viveiro, de Area, que es un paraíso. Bienvenido. Un abrazo.

Eva dijo...

Si me acariciaran pensando en otra cosa, o en otra persona, o pensando en nada... también mordería.

Un besote.

Antón de Muros dijo...

Diego: con tu apellido supuse que tu también tendrías sangre gallega.
Mira qué casualidad, mi abuela era asturiana (de Cangas de Narcea).

Muchas gracias por tus conceptos sobre Cuspe de Pita. Pasa cuando quieras. Es algo especial porque lo llevamos adelante dos personas: una desde Galicia y yo desde Buenos Aires. Por lo tanto tiene dos ópticas aunque la lengua gallega las homogeiniza de alguna manera...

Si no entiendes algo me puedes consultar.

Un abrazo.

Antón.

María dijo...

Hola Diego:

Gracias por devolverme la visita, y por dejarme ese bonito comentario, muchas gracias, muy agradecida.

Todas las fábulas tienen moraleja, y en esta se puede llegar a la conclusión de que, debemos intentar dar más de nosotros mismos, sobre todo sin intentar herir a los demás, porque quizá un día ofrezcamos una caricia, y otro, porque tengamos un mal día, y sin querer, lo que ofrezcamos no sea una caricia sino una bofetada en el corazón, y debemos intentar abrazar, amar, sin herir, pero sobre todo, desde cada uno mismo, para después ofrecerlo a los demás.

Un beso y feliz tarde.

Sex Shop dijo...

Muy buenoooooo!!!!!!!!

Anónimo dijo...

tiene alguna moraleja?