24 de octubre de 2008

Apolo y Dionisos o nuestras dos realidades

Fue Nietzsche quien más artísticamente habló sobre la naturaleza de estos dos dioses. Lo hizo cuando sólo contaba 27 años y se perfilaba como uno de los futuros talentos de la filología clásica. Cuando vio la luz su libro El nacimiento de la tragedia, todos quedaron perplejos, pues el joven Nietzsche no sólo acababa de declarar la guerra a toda la filología, sino también a sus maestros, y sobre todo a Wagner. Porque no había filología en su libro, había arte; ni siquiera había un filósofo, había sobre todo un escritor que supo entender la tragedia griega como nadie lo había hecho hasta entonces.

No es lugar este para ensayar un análisis del libro. Sólo diré que para Nietzsche la tragedia griega es el resultado de una pulsión entre dos divinidades: Apolo y Dionisos, entre dos fuerzas que el pueblo griego ha equilibrado de manera artística en un género inmortal. Esto es cierto, pero no es todo: El nacimiento de la tragedia es un libro que indaga en la naturaleza del hombre, pues preguntándose por la tragedia, Nietzsche ha buscado respuestas al problema del existir, y lo ha hecho reflexionando sobre estos paradigmas divinos:

Apolo es el representante del equilibrio, de la forma armoniosa y bella, del control, la serenidad y la mesura. Es el oráculo, el que ve más allá, la certeza, la verdad. Es el que crea los contornos y los define, el que construye, concentra y da unidad. Su luz –Apolo es el Sol- irradia el camino hacia el conocimiento de uno mismo, evita que el hombre se fragmente y lo llena de lucidez, de intelecto, de comprensión, de ciencia, de sobriedad. Apolo es el triunfo de la razón sobre los instintos, de la mente sobre la locura. Desde el punto de vista fisiológico, Apolo representa el sueño, pues sólo en ese mundo imaginario es posible encontrar la verdad bajo una bella apariencia.

Dionisos (o Dioniso) representa el caos, el ocaso de la forma en múltiples fragmentos, el descontrol, la desmesura. De niño fue despedazado en jirones y vuelto a armar, con que la disgregación de toda unidad forma parte de su naturaleza. Desde entonces, ha viajado por el mundo sembrando la locura y descuartizando cuerpos en ritos orgiásticos. En su reino sólo hay lugar para el instinto, la fuerza sexual, extática, natural e incomprensible. Ha sido niño y niña, también carnero, toro, león y pantera, porque Dionisos es el triunfo de la pluralidad en uno mismo, de la alienación. Fisiológicamente, Dionisos es la embriaguez, porque sólo en ese estado es genuina la fragmentación de la persona.

El Hombre, cada uno de nosotros, convive con la influencia de estas divinidades. Día a día Apolo y Dionisos nos hablan, nos incitan, nos invitan a sus mundos opuestos, nos seducen con sus placeres, invocan nuestra fidelidad. La sabiduría del pueblo griego consistió en armonizar esas dos influencias; ellos supieron que favorecer a un dios en detrimento del otro es imposible, porque ninguno sabría existir sin la inquietante proximidad del otro.




Imágenes: Apolo, Pan y Marsias de Johann Carl Loth (fragmento) / Baco enfermo de Michelangelo Merisi da Caravaggio (fragmento)

13 comentarios:

Tristancio dijo...

Entonces, cuando veo qué poco de Apolo hay en mí, me emborracho y no soy yo quien me mira burlonamente desde el espejo... o, en definitiva, ése soy yo.

Abrazos (y gracias...)

Yurena Guillén dijo...

En el post anterior Kafka y ahora, Nietzsche... Voy a acabar suscrita a tu blog.
Indiscutiblemente, siempre he estado más cerda de Dionisos o Bacco. Qué le vamos a hacer!!
Con respecto a tus comentarios en la inspiración, como ya te dejé en el blog, no los he recibido. No sé si tendrá algo que ver con lo de la advertencia. De todos modos, muchas gracias.
Un abrazo.

Vintage dijo...

TOdos estamos compuestos de Apolo y Dionisio, todos del ying y el yang
Por eso conforme crezco ( en años, en estatura va a ser q ya no), llego a una conclusión, nadie es tan bueno ni tan malo

Muakkkkkkkkkkkkkkk

josef dijo...

Como siempre, el caos frente al equilibrio, dos partes fundamentales en la vida representadas por estos astros de la mitología y en nuestras propias vidas... Un saludo!

Arcángel Mirón dijo...

Creo que fue Nietzsche quien dijo algo (bueno, dijo muchas cosas) pero algo con lo que estoy particularmente de acuerdo: "en épocas de paz, el hombre belicoso se abalanza sobre sí mismo".

Entonces, ¿cómo el existir no va a ser una guerra permanente?

Myriam M dijo...

Yo con la edad cada vez más apolínea, sin embargo te dejo un fragmento de un poema mío:

"seguías las indicaciones de Baco
te habías convertido en el más pretencioso de todos
hojas de parra decoraban tu frente
y el jugo de la uva
había liberado tu lengua

me preparaba para la fiesta
como bacante
aplastaba en mi rostro las heces del vino
envolvía mis senos con velos diáfanos
hacía sonar la flauta y el tamboril

jugaste al kottabos con mi nombre
gotas de vino
transmutado en sangre
resbalaron por la cabeza de Hermes
golpeando el plato de bronce
era el mejor de los augurios"

Miss Morpheus dijo...

Creo que a las virtudes de Apolo sólo le faltan dos o tres ¿defectos? ¿vicios? de Dionisos: fuerza sexual, (un poco de) instinto y (cierta) pluralidad en uno mismo. Se trata de complementar más que de equilibrar.

Estoy hecha de sueños que perduran, no de ilusiones que desaparecen tan rápido como la embriaguez que las da forma...

Un abrazo.

ARF dijo...

Hay días que Nietzsche puede llegar a volver loco con sus elucubraciones.
Ya con el título te basta: "El nacimiento de la tragedia", me asusta y no quiero conocer a su madre...

De pequeño siento pasión por las distintas mitologías, esas mágicas leyendas, de amores y odios, que reflejan las atrocidades que aquellos Dioses cometian por rencores o placeres, atrocidades que pueden darte conclusiones y paralelos sorprendentes con la raza humana.

Muy interesante tu post, saludos.

PIER dijo...

Pienso que todos tenemos un poco de ambos.
Interesante post..
Despiertas mi curiosidad.
abrazos.

Diego dijo...

Tristancio: esa es la manera en que Dionisos nunca falla. Un abrazo.

Yurena: Sin embargo, en tus escritos suele haber puro Apolo. Un abrazo.

Bolero: a veces más de uno que de otro, pero sí, tenemos un poco de todo. Un abrazo.

Moderato: hay otros referentes, claro, pero estos siempre me han cautivado. Un abrazo.

Gilda: es una guerra, cierto, y la mayoría de las veces contra uno mismo. Un abrazo.

Lilith: "la flauta y el tamboril...", esos signos inequívocos de la locura musical dionisíaca. Un abrazo. Sigo a la espera de Hedonia, y es que Alibri siempre me hace esperar.

Miss: no sé si es lícito hablar de Apolo como el virtuoso y de Dionisos como el vicioso. No hay positivos o negativos entre ellos, sólo opuestos que, como dices, se complementan. Un abrazo.

Vanidoso: sí, es un título inquietante, pero no lo es tanto si sabemos que sólo se refería a la tragedia griega. Se trata de un estudio sobre un género al fin y al cabo, pero con arte. Un abrazo.

Pier: claro que sí, sólo que, como decía antes, a veces falta el equilibrio. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Pues sí...La dualidad de la vida...

Mixha Zizek dijo...

Recuerdo cuando leí ese libro fue en un curso de filosofía de la universidad, y leerlo por primera vez fue duro, realmente mi segunda lectura fue la que me descifró las conjeturas nietzchianas (si se puede decir de ese modo) y fue a raíz de buscar el origen del teatro escribiendo unos guiones sobre unos personajes y si pude ver el caos frente a la libertad y al origen. A través de esos ritos ditiritambicos de los griegos... para ordenar ese universo caótico... me impulsas a retomarlo, un beso

Blogger dijo...

El racionalismos,,,por si solo no funciona ,,necesitamos la pasion del sentir la vida