19 de octubre de 2008

Postal kafkiana

                                            Para Fer, cuyas nueve "kafkianas" han sido nueve manjares.

Dejando atrás la Ciudad Vieja de Praga, hay que cruzar el Moldava por el Puente Carlos hacia Malá Strana. Una vez en la otra orilla, hacia la derecha, las calles nos guiarán al Museo Franz Kafka (círculo rojo).
Dentro, y entre todo lo interesante que el visitante encontrará, destaca una maqueta que no deja indiferente a ningún lector de Kafka. Ni bien la vemos, ya sabemos de qué se trata, aunque nunca antes hayamos visto nada igual. Tan bien lo ha narrado Kafka, que la escena es reconocible a simple vista. Se trata de la réplica de la máquina de tortura y ejecución que Kafka imaginó en su relato “En la colonia penitenciaria” (In der Strafkolonie).

El relato se publicó en 1919, pero ya en 1916 Kafka lo había leído en público. Las descripciones sobre el funcionamiento de la máquina y el proceso de tortura y muerte del condenado es de lo más escalofriante que ha dado la literatura kafkiana, y cuentan que durante la lectura hubo desmayos entre los oyentes. He aquí un ejemplo:

“La rastra empieza a escribir; cuando termina el primer esbozo de la inscripción sobre la espalda del hombre, la capa de guata rueda y hace girar lentamente el cuerpo hacia un lado para ofrecer más espacio a la rastra. Entretanto, las zonas ya heridas por la escritura entran en contacto con la guata, que gracias a su preparación especial detiene al punto la hemorragia y prepara la piel para una nueva incisión más profunda. Luego, mientras el cuerpo sigue girando, las púas que hay al borde de la rastra arrancan el algodón de las heridas, lo arrojan a la fosa, y la rastra puede seguir trabajando. De este modo sigue escribiendo a una profundidad mayor durante las doce horas.”

Dejo a quienes no leyeron el texto descubrir qué es lo que la máquina escribe sobre el cuerpo del condenado.

Seguramente cualquiera consideraría de mal gusto recibir una postal de este talante, pues está claro que no es una postal convencional. Y en verdad no veo por qué debería serlo; al fin y al cabo tampoco Kafka fue un escritor convencional, ni yo me considero hoy un remitente convencional, ni ustedes son para mí, queridos amigos, destinatarios convencionales.






14 comentarios:

Yurena Guillén dijo...

Buenos días, Diego.
Ciertamente creo que debemos alejarnos de los convecionalismos para adquirir puntos de vista más elevados. La colonia penitenciaria a la que te refieres en el post es una novela interesante en muchos aspectos y de una gran dureza, aunque de la obra de Kafka no es mi favorita.
Yo aún me debato entre el castillo y el proceso.
Ah!! Si te envían una postal de ese tipo es porque conocen tus gustos. A mi, la mayoría de las veces, me envían cosas que detesto. jajja
Saludos.

Myriam M dijo...

Creo que esto te puede gustar, es la crónica "poco convencional" de mi viaje a Praga...

http://elguanterojo.blogspot.com/search/label/Viajes

Vintage dijo...

Creo q como dice Yurena quien te envio la postal sabe de tus pocos convencionalismos

muak

Miss Morpheus dijo...

1.- No me parece tan terrible la descripción... ¿empiezo a preocuparme?

2.- ¿Qué es la guata?

3.- Estoy contigo: Las kafkianas de Fer son auténticos manjares. Deliciosos escritos a los que hincar el diente.

4.- Me perdí durante horas por Mala Strana, pero no visité el museo. Ahora me arrepiento...

5.- Un abrazo.

Mónica Sánchez Escuer dijo...

No me preguntes por qué oscuras razones, "La colonia penitenciaria" es uno de mis relatos favoritos. Tal vez porque mis gustos siguen la escala del asombro, de la perturbación. Y no soy nada convencional. Yo agradezco que nos hayas compartido esta postal. Especialmente porque aún no he ido a Praga y no conozco la máquina!
Saludos.

PIER dijo...

He hola.
Pues a mi, me encanta esta postal..
ho! praga..

Que estes bien. Un abrazo.

Blanca Miosi dijo...

Me gustan la postal y el cuento, aunque un poquito largo para mi gusto.
"Honra a tus superiores" es la palabra que se inscribía en el cuerpo del condenado.

Saludos!

ARF dijo...

Que locura la de éste hombre, cuanta abominable imaginación al servicio de su pluma.

Está entre mis preferidos.

Saludos a Quelonio, Diego.

Diego dijo...

Yurena: tampoco creo que ese sea mi relato favorito, pero sí uno de los que más me han impresionado. Un abrazo.

Lilith: gracias por esa recomendación, claro que me gustó, y recomiendo esa crónica a todos. Un abrazo.

Bolero: no, esa postal la envío yo. De hecho, si alguien me enviara algo así, se lo devuelvo. Y con un insulto. (Es broma... bueno, no sé, nunca me enviaron una postal así). Un abrazo.

Miss: recuerda que somos lectores entrenados en sangre y violencias; las vemos a diario en los medios de comunicación. Así que es posible que la lectura no tenga para nosotros el impacto que ha tenido para la gente en la época de Kafka. Por otra parte, el fragmento no es el peor de todos. Personalmente, y a pesar de ese entrenamiento involuntario que tenemos, he de confesar que el texto siempre me impresionó.
La guata, si no me equivoco, es una suerte de tela acolchada. Se nombra en el texto pero no se representa en la maqueta. Un abrazo.

Mónica: no preguntaré, no sea que me asustes con la respuesta. Y ya sabes: cuando vayas a Praga, recuerda hacer una parada en ese museo. Un abrazo.

Pier: me alegro, gracias por pasar. Un abrazo.

Blanca: es cierto, esa es la inscripción. Recuérdame que nunca te pregunte sobre una novela de Agatha Christie. En realidad, esa inscripción es la que sufre ese condenado en particular, pero en general, la función de la máquina es imprimir... ¡no lo digas! Un abrazo.

Vanidoso: ya que nombraste la locura, es bueno recordar que Kafka fue uno de esos escritores que hoy llamaríamos profesionales. Aunque no lo era, trabajaba como tal, se imponía un horario, daba forma a su obra desde su intelecto, nunca desde una enajenación. Kafka no fue jamás un escritor arrebatado, aunque sus historias, hasta su imagen, hagan creer eso. Por ejemplo, para poder terminar este relato, pidió licencia de una semana en el trabajo, y consta en muchos testimonios suyos la meditación con que emprendía su quehacer literario. Kafka dice de este relato: "las dos o tres páginas que preceden el final son artificiales, y su presencia indica un defecto más profundo, hay por alguna parte un gusano que recorre la narración en su totalidad". Un escritor arrebatao jamás tendría este grado de conciencia sobre su texto. Kafka creó un estilo, pero lo hizo trabajando, sudando su tinta, dando con la inteligencia forma a su locura. Un abrazo.

Miss Morpheus dijo...

Vale... jajaja... como la bata de guata de las abuelas. No supe ver que se refería a una tela, aunque ahora releyéndolo le encuentro más sentido. Evidentemente conozco esa acepción de guata.

Un abrazo.

Fernando García-Lima dijo...

Muchas gracias, Diego. Además, tremendo honor compartir post con Kafka y Praga.

Encantado de haberme tropezado contigo en este universo bloguero.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Uf! La postal es tremenda...pero la descripción que hace Kafka la veo más como el proceso creativo de la escritura, los bloqueos, las tensiones de los personajes que vives como propias...

Dejame que te cuente dijo...

Honra a tus superiores'...
lo acabo de leer en los comentarios....
uf...
no tenia ni idea de esto que me cuentas amigo...
que cosas aprendo contigo...¡¡¡
un abrazo

Mixha Zizek dijo...

He leído a Kafka pero nunca ese texto lo pasaré a mis documentos para después buscarlos y descargarlo, eso espero... completo.
Y si de algún modo todos los que de algún modo tratamos de expresarnos en un mundo tan abyecto... somos no convencionales como todos nosotros... como tu lo dices, un beso