Hasta luego

Quelonio: Así que me abandona, ¿cuánto tiempo dice que se va?
Diego: Vamos, no se me ponga melancólico, hombre, que sólo será por un mes. Estoy seguro de que sabrá aprovechar su tiempo. Tiene sus museos, otros amigos. Y tiene amiguitas también...
Q: Ejem, en fin..., y dígame, ¿por qué Buenos Aires?, digo..., teniendo más cerca tantas ciudades...
D: Es que extraño un poco la patria, sabe.
Q: La patria... aha... ¿a qué patria se refiere?, si se puede saber.
D: Mire no empecemos, que ya lo estoy viendo venir...
Q: Defina “patria”.
D: A ver..., digamos que es el lugar donde uno ha nacido y donde se encuentra la gente que comparte con usted la misma cultura.
Q: Mmñ mñ mñ, dudo que eso solo sea la patria, pero para una improvisación vamos a darlo por válido. Dígame ahora, ¿qué incluye dentro del concepto “patria”?
D: Para empezar, a todo el país.
Q: Pues para empezar, le digo que está equivocado. ¿Usted se crió entre los mapuches?
D: No.
Q: ¿Entre los collas?
D: No.
Q: Ya sé, usted es de Buenos Aires, se crió entre los gauchos...
D: ¡No!
Q: ¿Entonces por qué habla de país?, ¿por qué se identifica gratuitamente con un “país” entero?, si lo único que lo emparenta con un jujeño o un mendocino es la palabra “argentino” en la casilla que dice “nacionalidad”, sólo eso, y nada de lo que usted citó como parte de la patria.
D: Era una manera de decir...
Q: Incorrecta ma-ne-ra-de-de-cir. Culturalmente no hay nada que usted tenga en común con nadie de su país como no sea un porteño, ¡y con restricciones!, porque ni siquiera toma mate..., ¡ah!, y su apellido es gallego, por si no lo sabía.
D: A veces tomo mate...
Q: Sí, una vez por año, cuando viaja para allá y por cortesía, porque le daría vergüenza pedir un cafecito noisette. Y encima el mate lo pide dulce..., ¡por favor!
D: Bueno, qué importa ahora si tomo o no tomo mate, ¿a dónde quiere llegar?
Q: A que usted tiene un concepto demasiado soberbio de la patria, y hasta demasiado hipócrita diría yo.
D: ¿También?
Q: Sí, porque la patria no sale del barrio donde se crió, Diego, no sale de los barrios donde creció y estudió y trabajó, no sale del techo donde vive su familia –la que no lo olvidó, por lo menos-, no sale de los amigos que ha dejado allá..., y todavía más: la patria no sale del lugar en donde uno se ha sentido acariciado, amado, y eso puede ocurrir en cualquier parte del mundo. Tal es la patria, algo humilde, sencillo, al alcance de la mano y de los recuerdos. El resto, ¿qué quiere que le diga?, es puro romanticismo trasnochado, pura palabrería nostálgica y desnuda, puro papel de celofán sin nada dentro... y pura hipocresía.
D: Algún día me explicará por qué persevera tanto en que lo odie.
Q: Piénselo, Diego, tiene doce horas de avión para pensarlo, más los aeropuertos.
D: Desde ya, olvídese del Malbec 2002 que le tengo promet...
Q: O mejor no, ¡qué tanto pensar!, vaya y disfrute, carajo, por cuatro días que vivimos... Pórtese bien, coma todo el asado que le pongan, tome algo de sol, que lo veo un poco pálido… Pero por encima de todo, écheme de menos... y tráigame el Malbec.