22 de febrero de 2009

Sueño Nº 9

Nunca supe que Gramática Española II tuviera clases presenciales. Ese día llego tarde, cuando el salón ya está repleto de gente. Intento alcanzar la primera fila por un costado, pero me doy cuenta de que la pizarra es ilegible por la luz, entonces me voy a los asientos de atrás. Hay tanta gente y tan larga es la clase, que los profesores se relevan para explicar y es difícil escucharlos. Mi asiento, antes un pupitre, es ahora una cama de un colchón muy amplio que no sé dónde acaba; veo que hay más gente sentada en él tomando apuntes. Estoy tranquilo porque supongo que ya conozco los temas, pero de pronto empiezo a escuchar conceptos extraños que debo anotar para no olvidar. El salón se ha oscurecido, hay que escribir como se puede, y además no traje cuaderno, así que debo escribir sobre una pequeña almohada. Me cuesta acomodarme en ese colchón, es como si me hundiera poco a poco en él, como si el colchón empezara a absorberme. Al terminar la clase, una compañera que no conozco se despide de mí con un abrazo. No salimos de la clase a pie, sino a bordo de un autobús, y tenemos la sensación de estar escapando de algo maligno. Una vez en la calle los vemos, hay dos hombres-simio que corren paralelamente al autobús y pocos metros después se detienen y lo dejan ir. Son muy grandes, musculosos, y desafían a la civilización con su escandalosa desnudez. Mientras avanzamos, vemos más bestias como esas por la calle, algunos haciendo cola frente a una frutería. Desde el autobús me pregunto qué pasaría si caminara entre ellos. Tienen aspecto feroz, pero andan erguidos como nosotros.




Imagen: Pesadilla nocturna de John Henry Füsli (detalle).

10 comentarios:

Yurena Guillén dijo...

jajajaj Sí, a veces, creo que no existe diferencia entre las bestias y nosostros. ¡Qué angustia de sueño!Intentar algo y que las cosas no salgan como nosotros deseamos para acabar huyendo. Un abrazo Diego.

Anónimo dijo...

Uf! Dieguito, parece el fin de la civilización...y del conocimiento, porque escribir en una almohada, las pizarras que reflejan y los profesores casi inaudibles...

josef dijo...

Excelente, me dejaste pensando en el planeta de los simios jaja. Ahora en serio. Un relato que da mucho que pensar sobre la utilidad didáctica de nuestra civilización es aprender o convertirse en hombre músculo simiesco. Un abrazo.

Hache dijo...

Y yo que llevo unos días pensando que a veces todos (pero todos, no nos libramos nadie) nos volvemos un poco simios ... por eso de nuestros instintos más primitivos.

Noelia A dijo...

Se parece mucho a un sueño este relato.

Noelia A dijo...

Ah, perdón, recién veo la clara etiqueta que lo cataloga como "sueño", mis debidas disulpas

Liliana G. dijo...

Si la clase de Gramática Española II te ha narcotizado al punto de hacerte soñar sobre la bestia humana que somos, no quiero imaginarme el Sueño Nº 10 de una clase de Trigonometría...
¡Muy bueno! Un gusto haberte leído.
Un abrazo.

Diego dijo...

Yurena: y huyendo sin saber dónde, que es peor. Un abrazo.

Bruja: interesante, no había reparado en la importancia de lo que citas. Por cierto, llevo tiempo queriendo preguntarte algo: ¿eres bruja en serio? Un abrazo.

Moderato: probablemente sea un símbolo de lo que pensé en algún momento de mi vida estudiantil. Interesante. Un abrazo.

Hache: y a veces vamos más allá de los simios. Un abrazo.

Noelia: así es, sueños sin más ni más, y en crudo. Bienvenida. Un abrazo.

Liliana: no recuerdo haber tenido pesadillas matemáticas. Es raro, porque durante mucho tiempo fueron temibles las matemáticas para mí. Bienvenida. Un abrazo.

Mixha Zizek dijo...

Excelente este relato, un buen final, el hombre sólo es apariencia y esconde dentro de él la bestia que enpequeñece al homvre, vaya dialéctica, un besote

Miss Morpheus dijo...

No hay por donde coger este sueño-pesadilla. Es de los más surrealistas. ¿Por qué será que siempre te sientes amenazado por bestias con forma de hombre grandes y musculosos? La desnudez también se repite. Lo recuerdo de otros sueños que leí.

Impresionante y terrorífico. Me deja una sensación de inseguridad e incertidumbre.

Un abrazo.