5 de febrero de 2009

El diario de Epithumía

El sobre en el que llegó aquella carta era diferente de los otros tantos que siempre había recibido. Estaba claro que Quelonio me enviaba algo más que folios. Cuando lo abrí, encontré un pequeño cuaderno cuya primera página rezaba "Lascivias y desquicios de la Dra. Epithumía"; el resto del cuaderno, una sucesión de hojas manuscritas. Sabía que todo estaría explicado en la carta, así que me apliqué a su lectura. Al principio Quelonio habla de ese encuentro casual que describí en Introitus. Lo que queda lo transcribo a continuación con los cortes que estimé oportunos, por supuesto, brevitatis causa.

"(...) Hay dos clases de mujeres: las que desayunan y las que no. Cada cual con los subtipos, claro. (...) A la mañana siguiente, pues, reconocí con un cierto desencanto que Epithumía era de las que no. (...) Lo que en otra mujer me habría parecido un síntoma de inseguridad, en ella se me antojaba uno de soberbia, de superación. No le creí cuando me dijo que volveríamos a encontarnos, un poco porque intuía que su espíritu felino carecía de la domesticación suficiente como para sentirse cómoda frente a una repetición, otro poco (aunque más empírico) porque prefirió que fuera yo quien le diera el número. (...) La mujer sería un misterio perdurable para mí a menos que intentara "descubrirla" de alguna manera antes de que saliéramos a la calle. Y sólo existe una forma de acceder a lo más profundo del alma de una mujer: vaciando su cartera. (...) Aproveché los minutos que pasó en el baño para practicar la profanación allí donde nada miente y donde todo se explica, y fue allí donde descubrí el diario. También sus documentos y su verdadero nombre, pero no me importaron, al fin y al cabo me había dicho "llámame", no "me llamo", y quise respetarlo. Muy bien, Epithumía, pensé, tú eres de las que necesitan una ayuda para mantener sus promesas... te ayudaré.
(...) Y no crea que fue un impulso cleptómano, no se equivoque, porque lo hice bajo la premisa de que se lo devolvería; solamente quise asegurarme de que me llamaría y pensé que quedarse sin intimidad sería un pretexto bastante elocuente. Pero resulta que ni siquiera esa carencia fue suficiente, porque ya llevo dos semanas con el diario y no ha llamado. No lo he leído, pero su presencia es tentadora, por eso prefiero que lo conserve usted. (...) Cualquier cosa que se le ocurra para que la pobre pueda recuperar su diario, hágalo, tiene mi permiso (...)"

I will, my dear, I certainly will...



9 comentarios:

Yurena Guillén dijo...

He leído el texto y, aún no sé por qué, me ha llamado la atención la distinción que hace Quelonio entre las mujeres obedeciendo a sus hábitos alimenticios.
Sigo fascinada con esta pareja tan particular. Creo que Quelonio sabía a ciencia cierta que Epithumía no lo llamaría... ¿pero cómo no adolecer a la tentación? De ahí el pequeño hurto. Quedo a la espera de saber cómo prosigue esta historia.
Un abrazo Diego.

Anónimo dijo...

Jajajaja...Por primera vez, veo a Quelonio humano, es decir, inseguro...Vamos que alguien como él registre y robe...Tremendo! Y no me creo que no haya leído el diario! Lo siento...pero no me lo creo!

Castrodorrey dijo...

Ardo en deseos de conocer el diario, de una mujer que no desayuna...jeje...y coincido con Yurena, que no puedo llegar a entender la distinción.
Saludos Diego

Myriam M dijo...

"Hay dos clases de mujeres: las que desayunan y las que no", muy buena esta apreciación de Quelonio, estoy totalmente de acuerdo, je,je...
No le perdono lo del robo del diario (si alguien me robara la moleskine creo que no le volvería a hablar en la vida). Sólo veo una forma de redimirle, que algo en el diario anticipase que Epithumía ya preveía esta acción, que haya algo para Quelonio escrito en él... y de paso para nosotros/as.
Un besote, Lilith.

Mixha Zizek dijo...

Me parece interesante y me encanta estas apreciaciones quelonianas que son de lo mejor, en cuanto a su diatriba sobre la mujer Epithumía vaya forma de llamar su atención. Sobre sus hábitos bueno no la critico para nada yo muchas veces no tengo tiempo para desayunar, me encanta como presentas a tus personajes Diego, uno los ve tan reales que llega a pensar que ellos son la realidad y nosotros sus vanos personajes, increíble, un beso

Miss Morpheus dijo...

No existe tal distinción en este caso. Quelonio "intuyó" que ella no desayunó muy consciente de lo que hacía, no porque ella fuera de ese tipo de mujeres: (...) Lo que en otra mujer me habría parecido un síntoma de inseguridad, en ella se me antojaba uno de soberbia (...)

Una gata huidiza... creo que es lo que alguien, como nuestro gran Quelonio, necesitaba. Y te pide ayuda de alguna manera... Hacérselo llegar supone contactar con ella... "La pobre" Jajajaja... ¿Pobre ella o pobre él?

Se hace demasiadas preguntas y se ha tomado demasiadas molestias... ¡Encuéntrala y cuéntanos! Creo que esta mujer va a influir en Quelonio más de lo que él piensa...

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Quelonio, Epithumía, y esas situaciones y clasificaciones retorcidas que te encantan.. uff, siento que me subí al Delorean y volví a la época de colegio, Diego.
Y yo que pensaba que la comunicación sólo había prosperado en el plano de la tecnología.. ja! ¡Qué ingenua fui! ¿Ahora se mandan mensajes a través de los sueños? Eso me lo vas a tener que enseñar, por favor!
Así que te busqué y te encontré como me pediste en mi sueño. Ahora vos dirás..

simalme dijo...

¿Qué habrá en el diario?

Diego dijo...

Yurena: en mi afán de no alargarme, a veces corto más de lo que debería. En este caso, corté los subtipos de mujeres de los que habla en la carta y evidentemente no quedó demasiado claro. Transcribiré una parte pequeña, quizá te ayude:
"...entre las que sí desayunan están las que hablan y las que no. Entre las que hablan, están las afirman que no se arrepienten, las que rememoran momentos, las que defienden que no siempre hacen lo que hicieron la noche anterior... Entre las que no hablan están las que quedan avergonzadas por lo que hicieron la noche anterior, las que preferirían no desayunar pero tienen hambre, y aquellas para las que el desayuno es simplemente un paso por "boxes" para seguir en pista varias vueltas más (...)"
Luego están las que no desayunan, pero ya es cansador... Un abrazo.

Bruja: así es, y te aseguro que nunca disfruté tanto una carta suya, precisamente porque lo vi contra las cuerdas. Un abrazo.

Castrodorrey: te remito a lo que respondí a Yurena, quizá te ayude. Y pido disculpas una vez más por cortar más de lo necesario. Un abrazo.

Lilith: aunque el robo no tiene perdón, conociéndolo sé que fue un manotazo de ahogado, por eso lo celebré. En cuanto a esa distinción, pues ya sabemos que es arbitraria, pero no creo que sea errónea. Si leyeras lo que dice sobre los subtipos... es para morirse. Un abrazo.

Mixha: ahora que lo dices, creo que Quelonio no incluyó a las que "no tienen tiempo" para desayunar. Es elemental... Un abrazo.

Miss: una vez más me apena haber cortado toda la parte que habla de los subtipos, porque quizá allí está precisamente algo de lo que dices. Entre las que no desayunan Quelonio afirma: "...están las que sólo toman un trago de zumo, paradas y con la cartera ya en el hombro, mientras tú las miras desde la mesa, sentado y semidesnudo..."
¿Contactar con ella? Demasiado riesgo, primero quiero ver cómo termina Quelonio. Un abrazo.

Anónimo: me pregunto qué es lo que tengo que decir. Sólo una cosa para empezar, que no me hago cargo de lo que hago o digo en los sueños, sobre todo si no son los míos. Seas quien seas, un abrazo y bienvenida.

Simalme: estoy leyéndolo ahora mismo. Ya te diré. Un abrazo.