14 de abril de 2009

Odiseo: divino y humano


"εἴμ᾽ Ὀδυσεὺς Λαερτιάδης, ὃς πᾶσι δόλοισιν
ἀνθρώποισι μέλω, καί μευ κλέος οὐρανὸν ἵκει." (1)
Ὀδύσσεια, IX, 19-20

Odiseo, el sufridor, el divino, el destructor de ciudades, diferente de todos los héroes por su astucia, por sus ardides y por una discreción sólo comparable a la de Zeus. En los poemas homéricos, Odiseo es el único que comprendió el valor de operar en el momento oportuno, en la justa ocasión (kairós). El destino retrasó diez años su regreso, pero es el mismo destino que no permitió que la cólera de Poseidón se interpusiera entre él y su patria. Las vicisitudes de esos diez años son conocidas: los Cícones, los Lotófagos, el cíclope Polifemo, Circe, los Lestrígones, el descenso al Hades, las sirenas, Escila y Caribdis. Para los griegos, el destino (moira) era un orden al que estaban supeditadas todas las decisiones, incluso las de los dioses. El de Odiseo era regresar a Itaca; Poseidón sólo debió conformarse con el consuelo de prolongar su llegada.

Y luego está el otro Odiseo, el hombre cuya melancolía exacerba un llanto perenne a orillas del mar, añorando su verde Itaca; el cobarde que simuló locura el día que Palamedes lo convocó para la guerra de Troya; el que no dudó en negar su nombre para salvar el pellejo frente a Polifemo (2). Es ese Odiseo que lamentó su destino, la distancia de su tierra, de Penélope y de su hijo Telémaco, pero que ocho de los diez años de su regreso los pasó junto a dos diosas, Calipso y Circe, de las cuales fue amante. Y luego del regreso, después de asesinar a los pretendientes de Penélope, Odiseo se dispuso a cumplir el mandato de Tiresias, según el cual debía caminar con un remo al hombro hasta llegar a un país en donde los hombres no reconocieran ese instrumento del mar. Odiseo lo hizo y llegó al país de los Tesprotos. La reina, Calídice, le ofreció su reino y Odiseo no la rechazó; se unió a ella en lecho amoroso, engendraron un hijo, Polipetes, se casaron y él se convirtió en rey del pueblo. Sólo tras la muerte de Calídice, Odiseo abandonó a los Tesprotos y regresó a Itaca.

Divino y humano, así fue Odiseo, un carácter contradictorio que se alejó de la heroicidad conocida, aquel cuya ambigüedad es todavía hoy el sello de su encanto. Su naturaleza inabarcable nos muestra a un ser que pudo demostrar valentía igual que cobardía, que sufrió diez años la ausencia de una familia y una tierra a las que acabó abandonando; un ser que deseó la fidelidad pero que se entregó sin lucha al amor de dos divinidades; un padre prodigioso, un rey alabado, un engendro de engaños y mentiras; alguien que ha podido ser todos pero que ha preferido llamarse Nadie.






(1) "Soy Odiseo Laertiada, famoso entre todas las gentes / por mis muchos ardides; mi gloria ha subido hasta el cielo." Odisea, IX, 19-20
(2) En Odisea IX 364-367, el cíclope Polifemo pregunta a Odiseo su nombre; éste contesta que tal nombre es Nadie (Outís).

Imagen: Ulises y las sirenas (1909) de Hebert James Draper (detalle)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que, precisamente, por eso me gusta tanto este personaje, Diego. Divino y humano, héroico y cobarde, luchador y abandonado al destino. Eso lo convierte en un personaje menos lineal y más rico. Un abrazo grande.

Mixha Zizek dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mixha Zizek dijo...

Diego regresar y leerte contando la historia de Ulises, uno de los personajes homéricos más condundentes; ese hombre-dios, que como tú bien relatas tuvo mucho de los dos y a la vez prefirió ser Nadie. ( me encantó tu final) Lo controversial del enigma de Odiseo es la fuerza de voluntad que tiene para sobrevivir dentro del caos, para encontar finalmente la paz en los brazos de Penélope; sin embargo después de una gran violencia (la muerte de todos los pretendientes). Es una ironía, pero podría decirse que el devenir del hombre diario es como el de Odiseo, lucha con violencia porque quiere paz y tranquilidad, me gusto tu texto, un gran beso.

Y por aquí regresando después de mucho caos en mi vida jaja

Fernando García-Lima dijo...

Tiendo a frivolizar a Odiseo, lo siento: ese héroe que salió a por tabaco y no volvió hasta diez años después. Como para esperarle.

Lo de Poseidón, la típica excusa...

Un abrazo

Malvada Bruja del Norte dijo...

Plas, plas,plas...Mi más sentido aplauso, porque en este post, hablas de un héroe acercándolo a nuestros días. Tod@s somos un poco el Odiseo que lucha contramarea o se deja fluir...

Por cierto, esta semana los dos hablamos del destino, ¿será casual?

Diego dijo...

Yurena: está más allá de toda regla, de toda convención, y los ejemplos son tantos... Un abrazo.

Mixha: El hombre de todos los días es como Odiseo, contradictorio e inabarcable. Me alegro mucho de tu vuelta. Un abrazo.

Fer: visto así, Odiseo parece un precursor del Wakefield de Hawthorne. En fin, que hay quizá muchos pasajes en la mitología que nos llevarían a frivolizar a Odiseo, pero me interesa rescatar ese poder que tiene de destruir absolutamente todas las reglas: Troya estuvo sitiada durante diez años, todos los grandes héroes intentaron vencer sus murallas, pero de pronto llega Odiseo con un caballo y fin de la guerra. Es como burlarse de la fuerza, del heroísmo, es ridiculizar a todos los héroes. Hasta su propia naturaleza es capaz de destruir: la matanza de los pretendientes es un hecho que lo acerca más a un Aquiles o Áyax que a él mismo, es decir, Odiseo es capaz de refutarse a sí mismo. Habría tanto para discutir...
Por cierto, me quedé pensando en Wakefield. Es un personaje que se me antoja muy "fernandino", ¿cómo no has escrito algo sobre él? Un abrazo.

Bruja: nos parecemos a la parte humana de Odiseo. No creo tanto en la casualidad, para mí siempre es el destino. Un abrazo.